Granada tiene mucho que ofrecer tras las vacaciones.
Puede que tú estés entre los que se han tenido que quedar durante los meses estivales en la ciudad de la Alhambra. Si este es el caso, te proponemos qué hacer en en septiembre en Granada.
Debido a tu trabajo, al de tu pareja o a que directamente este año no has podido disfrutar de vacaciones, no puedes escaparte a la playa ni un solo instante. Te toca quedarte en la ciudad y disfrutar el asfalto granadino.
Y es que, además, con el asunto del coronavirus, este verano está siendo atípico y cualquier se escapa. Cargar con la familia es complicado y lo mejor es pensar en qué hacer en septiembre en Granada.
No eres el único que está en esta situación. Dicen que “mal de muchos, consuelos de tontos. Pero no es el caso. Granada en septiembre también puede ser maravillosa. Hay diferentes actividades y propuestas para realizar.
Nada de vehículos, mejor a pie
Lo primero que te recomendamos es dejar el coche bien aparcado y disfrutar de un buen paseo con la familia, aunque es mejor dejar esto para la noche. Deja el coche a tan solo 7 minutos a pie del centro, en el parking Torres Neptuno, y lánzate a descubrir la ciudad.
Comer un helado de ‘Los Italianos’
Pensar en verano en Granada es pensar en Los Italianos. Igual que ‘El Corte Inglés’ marca el inicio de la navidad, esta famosa y mítica heladería granadina, marca el comienzo del verano en la ciudad de la Alhambra. Hay pocos planes mejores que un paseo nocturno por el centro de la ciudad y refrescarse con un helado o con la especialidad de la casa: la tarta Cassata
Visita al Albaicín
Especialmente por la noche, el barrio del Albaicín es una de las zonas más frescas de la ciudad. El estrecho entramado de sus calles y el paso del Rio Darro por una de sus arterias principales, así lo disponen.
El barrio del Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984, fue el germen de la actual ciudad de Granada y conserva aún toda la magia de su pasado árabe.
En la etapa islámica, el actual Albaicín era un conjunto de diferentes núcleos urbanos independientes y no fue hasta la era moderna cuando alcanzó su actual concepción unitaria.
El Albaicín fue en su origen un núcleo que se extendía al nordeste de la Alcazaba Cadima (vieja). Existen varias versiones sobre el origen del topónimo Albaicín. La más aceptada es la que hace referencia a un vocablo árabe que designa al barrio de los halconeros. No fue hasta finales del siglo XV y principios del XVI cuando comienza a utilizarse el nombre indistintamente para referirse al pequeño arrabal original y a todo el conjunto urbanístico situado frente a la Alhambra.
Pasear por el Albaicín es pasear por la historia de Granada. Sus construcciones, sus plazas y la propia estructura de sus calles permiten al visitante observador reconocer las diferentes transformaciones culturales y sociales de la ciudad.
Esta opción es una de las favoritas por propios y extraños.
La visita a Granada nunca será completa si no se practica en sus bares y tascas el ‘tapeo’, en el que variados y suculentos platillos son ofrecidos como cortesía de la casa con la consumición, que suele ser una caña de cerveza ‘Alhambra’ o un vino de la Denominación de Origen Granada. Es normalmente el propio tabernero quien escoge la tapa, y el cliente acepta la elección con respeto. En algunos bares es posible elegir la tapa de una lista.
Ir de tapeo con los amigos es una de las costumbres más arraigadas en la capital granadina. La propuesta no puede ser más atractiva: callejear por la ciudad y contemplar su historia viva mientras se van disfrutando tentempiés en pintorescos locales. Desde porciones de queso, embutidos o jamón serrano hasta platos calientes típicos de la cocina tradicional granadina: migas con ‘engañifa’, callos, habas con jamón, papas a lo pobre, ‘pescaíto’ frito, etc.
Conviene recordar que el tapeo no se limita sólo a la capital, siendo una tradición que se extiende a lo largo de toda la provincia. Es posible disfrutar del tapeo en cualquier lugar de Granada, aprovechando para descubrir las especialidades y variantes típicas de cada localidad.
ZONAS DE TAPEO EN GRANADA
La ciudad ofrece varias zonas de tapeo. Entre otras muchas destacan:
El Campo del Príncipe y la Plaza del Realejo y sus inmediaciones, barrio que fue la judería de la ciudad musulmana.
Plaza Nueva y calles adyacentes como Elvira, Colcha y el comienzo de Reyes Católicos, que es el corazón de la ciudad.
Cerca de la Catedral, la Plaza de la Romanilla y la Plaza de la Pescadería son también dos centros neurálgicos del tapeo en la ciudad.
Junto al Ayuntamiento está la calle Navas, una zona peatonal en la que abundan bares y tabernas típicas. La popularidad de esta zona ha propiciado su extensión como lugar de tapeo a las calles Rosario, San Matías y Varela.
El paseo por el barrio del Albaicín tiene como paradas obligadas para reponer fuerzas cuatro plazas: Larga, San Miguel Bajo, Aliatar y San Nicolás, tras la iglesia.
Cerca del río Genil, la calle Alhamar y sus perpendiculares próximas a San Antón.
La Plaza de Toros, bajo sus tendidos, alberga restaurantes, bares de tapas y establecimientos para tomar copas.
Fuera del centro, es recomendable una visita al barrio de La Chana, muy popular entre los estudiantes por el gran tamaño de las tapas de sus bares, y al barrio del Zaidín, en las cercanías del Estadio de los Cármenes, en calles como Torre Pedro de Morales y Emperador Carlos V.
Visitar el Parque de las Ciencias
Una refrescante y enriquecedora idea, además de didáctica. El Parque de las Ciencias es un museo interactivo, primero en su género en el sur de España, y un referente en la divulgación científica en el ámbito europeo. Con unos 70.000 metros cuadrados de exposición, es uno de los principales atractivos de la oferta cultural y turística de Andalucía y el museo más visitado de la región.
Constituido de un amplio abanico de exposiciones permanentes y temporales, es un lugar donde el visitante, independientemente de su edad, aprende participando en una multitud de actividades. Nada como esto en qué hacer en verano en Granada sin ir a la playa.
Visita a la Alhambra
La Alhambra fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1984. Su nombre procede del color de sus muros (Al-Hamra en árabe) que fueron fabricados con la propia arcilla del terreno, de ahí su color rojizo.
El complejo, cuya visita requiere al menos tres horas, está situado sobre la colina de la Sabika, junto al río Darro. Está formado principalmente por los Jardines del Generalife, los Palacios Nazaríes y la Alcazaba, de construcción árabe. De factura cristiana encontramos el palacio de Carlos V y la iglesia de Santa María, construida sobre la antigua mezquita. Los Palacios Nazaríes están agrupados de forma irregular y las distintas estancias se comunican entre sí por patios o galerías.
Los orígenes de la Alhambra datan del siglo IX, cuando comenzó a utilizarse la Alcazaba como refugio. Fue en el siglo XIII cuando el primer monarca nazarí, Mohamed I, fijó su residencia real en ella. Su sucesor, Mohamed II, terminó el recinto amurallado. En el siglo XIV, con los reinados de Yusuf y Mohamed V, la Alhambra adquirirá su apariencia monumental y preciosista que conocemos hoy. Yusuf construyó el núcleo del Palacio de Comares, con la gran torre que se proyecta sobre la ciudad. El recinto interior del Palacio albergaba el trono del sultán, situado bajo la cubierta que representa el concepto del universo de Alá. Además, este monarca enriqueció el recinto con puertas monumentales, como la de las Armas (principal entrada a la Alhambra) o la de la Justicia.
La Alhambra es uno de los monumentos más visitados de Europa. Esto, unido a las lógicas restricciones de acceso por motivos de conservación, hace que no siempre sea sencillo conseguir una entrada. Para evitar sorpresas, es altamente recomendable reservar con antelación y conocer el sistema de acceso y visita del conjunto monumental.
Mohamed V, reformó el palacio de Comares, añadiéndole la espectacular fachada del patio del Cuarto Dorado. También construyó el innovador Palacio de los Leones, dejando de lado el modelo de palacio existente hasta ese momento y creando un nuevo modelo de estructura cuatripartita inspirada en los modelos orientales del Islam.
La Alhambra es un ejemplo sin igual de cómo la luz y el agua ofrecen importantes efectos decorativos a la arquitectura. Una cuidada elección de los materiales hace que su ornamentación cambie según la incidencia de la luz. El agua funciona a modo de espejo reflejando la arquitectura y los elementos decorativos, contribuyendo a una sensación de paz. Además, en combinación con la luz, origina composiciones ilusorias y suaviza la arquitectura horizontal, tal y como se puede apreciar en el Patio de los Arrayanes.
La Alhambra quedó abandonada en el siglo XVIII. Durante la dominación francesa parte de la fortaleza fue volada y hasta el siglo XIX no se comenzó su reparación, restauración y conservación, que aún se mantiene.
El Sacromonte, tradicional barrio de los gitanos granadinos, esconde todo el duende del flamenco andaluz, un arte que en Granada posee un embrujo especial. A la zambra, mitad morisca mitad gitana, hay que sumar las numerosas peñas flamencas y tablaos existentes. Así, no es difícil que el visitante pueda disfrutar de un magnífico espectáculo de flamenco, tanto en los tablaos como en las peñas y zambras.
Son muchos los turistas que se encaraman al Sacromonte para introducirse en una auténtica noche flamenca. Alboreás, tangos, alegrías, jaleo, zorongos… Todo un abanico de posibilidades que no dejan indiferente. Las zambras han gozado de fama internacional, atrayendo a premios Nobel, estrellas de Hollywood, políticos, etc. Todos quedaron sin duda cautivados por estas fiestas gitanas con baile y cante hasta altas horas de la madrugada, que tienen lugar en unos no menos curiosos escenarios: las cuevas sacromontinas.
Para los no familiarizados con los términos, un tablao es un bar en el que ofrecen espectáculos flamencos en vivo. Comenzaron a desarrollarse en los años sesenta por toda Andalucía, sustituyendo a los antiguos Cafés Cantantes. Su nombre hace referencia a que el escenario de dichos locales estaba formado por tablas de madera.
Otra modalidad muy recomendable para vivir una sesión de cante grande son las peñas de flamenco. En el barrio del Albaicín se ubican algunas de las más representativas de la capital granadina. Generalmente las peñas están formadas por un grupo de amigos que se reúnen para compartir su gran afición: el cante jondo. En las peñas se habla, se canta y se vive el flamenco. También se celebran actuaciones y recitales. Granada tiene el honor de contar con la peña flamenca más antigua del país, la de La Platería.