Cuenta la historia que fue el rey Alfonso X “El Sabio” quien dispuso que en los mesones de su reino no se sirviese vino si no era acompañado de algo de comida.
Esto evitaba que el vino subiese rápidamente a la cabeza. Servía para acompañar la bebida y para evitar que algún “visitante volador” entrase en el preciado liquido. En aquellos tiempos la tapa consistía en una loncha de jamón o en rodajas de chorizo o de otro embutido y, a veces, era sustituido por una cuña de queso.
Aunque quizá no constituyan el aspecto más destacable de la gastronomía local, las tapas que se sirven gratis en todos los bares de la provincia junto con el chato de vino o la caña de cerveza son un apetitoso símbolo de Granada que despierta los sentidos y se graba en la memoria del visitante.
El tapeo en bares y tascas es para el granadino un rito social irrenunciable. En cantidades más o menos abundantes, las cocinas regalan el paladar de sus clientes con platillos de caracoles guisados, patatas a lo pobre, pescados rebozados y asaduras en salsa, por citar una mínima representación.
En granada se puede disfrutar de una gran variedad de esa cocina en miniatura, constituyendo, en muchas ocasiones, una manera informal de almorzar o cenar de forma variada y sabrosa. El centro de Granada dispone de un amplio número de bares y restaurantes donde poder degustar estas “tapas” tan deseadas.
Si vas a visitar el centro de Granada, Parking Torres Neptuno es una buena opción para aparcar tu vehículo, a tan solo 7 minutos del centro de la ciudad podrás disfrutar de un paseo por sus calles principales y elegir entre la variada oferta de restauración disponible para granadinos y visitantes.